El vino y el queso han sido emparejados juntos durante siglos, creando una combinación clásica que es amada por muchos. La armonía entre el vino y el queso no es una coincidencia, sino el resultado de sabores, texturas y tradiciones culturales complementarias.
Una de las principales razones por las que el vino y el queso se combinan tan bien es debido a sus perfiles de sabor contrastantes pero complementarios. El queso, a menudo rico, cremoso y a veces salado, encuentra un equilibrio perfecto con la acidez y el dulzor del vino. La acidez del vino actúa como un limpiador del paladar, cortando la riqueza del queso y realzando sus sabores. Por ejemplo, el sabor robusto de un cheddar fuerte se equilibra maravillosamente con un vino tinto audaz como el Cabernet Sauvignon, cuyos taninos y acidez pueden soportar la intensidad del queso.
LA TEXTURA DEL QUESO
Además, la textura del queso juega un papel significativo en la combinación. Quesos cremosos como el Brie o el Camembert se combinan maravillosamente con vinos espumosos o champán. Las burbujas de estos vinos ayudan a limpiar el paladar y añaden un contraste refrescante a la textura cremosa y mantecosa del queso. Los quesos más duros, como el Gouda añejo o el Parmesano, con su textura más firme y sabores más profundos, a menudo se combinan mejor con vinos de cuerpo completo como un Burdeos añejo o un Jerez rico y nuez.
EL ASPECTO CULTURAL
El aspecto cultural de la combinación de vino y queso tampoco puede pasarse por alto. En muchos países europeos, particularmente Francia e Italia, el vino y el queso no son solo alimentos, sino partes integrales del patrimonio cultural y culinario. La tradición de disfrutarlos juntos se ha refinado a lo largo de generaciones, llevando a una comprensión profunda de cómo interactúan los diferentes tipos de queso y vino. Los vinos locales a menudo se combinan mejor con quesos locales, ya que comparten el mismo terroir, clima y técnicas de producción.
¿QUÉ ES EL UMAMI?
Otro aspecto científico a considerar es la presencia de umami en el queso. El umami, a menudo descrito como el quinto sabor básico junto con el dulce, ácido, salado y amargo, es un sabor sabroso que realza el gusto de los alimentos. Se caracteriza por una sensación rica y llena en la boca y se encuentra a menudo en alimentos ricos en glutamatos, como quesos añejos, salsa de soja, champiñones, tomates y carnes. El umami realza el perfil general del sabor añadiendo profundidad y complejidad, haciendo que los platos sepan más satisfactorios y completos. Fue identificado por primera vez por el científico japonés Kikunae Ikeda en 1908, quien descubrió que el aminoácido glutamato era responsable de este sabor distintivo.
Los vinos con alta acidez, como el Sauvignon Blanc, o aquellos con un buen equilibrio de dulzura y acidez, como el Riesling, complementan el sabor umami, creando una experiencia de sabor más compleja y agradable.
En conclusión, la combinación perfecta de vino y queso es una deliciosa danza de sabores y texturas, moldeada por la tradición, la ciencia y la afinidad natural de sus componentes. Ya sea la brillante acidez de un Sauvignon Blanc con un queso de cabra picante o la lujosa combinación de un Sauternes con un queso azul cremoso, la combinación correcta puede elevar tanto el vino como el queso a nuevas alturas culinarias.