Pocas frutas tienen el encanto exótico del mango. Dulce, jugoso y lleno de aroma, no solo es delicioso por sí solo, sino que también brilla en la cocina. Ya sea en ensaladas, platos picantes o junto a una copa de vino, el mango siempre tiene un lugar.
El mango (Mangifera indica) proviene del sur de Asia, especialmente de las regiones de la India y Myanmar. Se cultiva desde hace más de 4.000 años y en la India se le conoce como el rey de las frutas, con una profunda importancia cultural y espiritual.
Hoy en día, el mango se cultiva en zonas tropicales y subtropicales de todo el mundo: desde México y Brasil hasta Tailandia y Filipinas. Existen cientos de variedades, cada una con sabores, formas y niveles de dulzor únicos.
Cómo cortar un mango (sin desorden)
Cortar un mango puede ser un reto, ya que tiene una semilla grande y plana en el centro. Aquí va un método sencillo: primero corta los “cachetes” —los lados carnosos del mango, a ambos lados de la semilla. Luego haz cortes en forma de cruz en la pulpa sin perforar la piel. Empuja la piel desde atrás para que los cubos sobresalgan y cómelos directamente o córtalos.
Un mango maduro debe oler dulce en el tallo y ceder ligeramente al presionarlo. Evita los mangos duros o con olor a trementina —no están maduros aún.
El mango en la cocina
El mango es extremadamente versátil. Brilla en batidos, sorbetes y ensaladas de frutas, pero también combina perfectamente con platos salados y picantes como currys, ceviches y ensaladas asiáticas.
Una combinación clásica es mango con chile: el contraste entre dulce y picante es una fiesta para el paladar. Prueba cortar mango en rodajas y añadirle jugo de lima, hojuelas de chile y sal marina —un aperitivo fresco y sabroso, ideal con una copa de vino.
¿Qué vino combina con el mango?
En Corkframes, nos encanta encontrar la pareja perfecta entre vino y sabores —y el mango no es la excepción. Su dulzura natural y su acidez equilibrada lo hacen ideal para vinos aromáticos y expresivos.
Un Riesling semiseco, especialmente de Alemania, es una elección clásica. Su frescura y dulzura armonizan muy bien con el mango, sobre todo en platos con un toque picante o asiático.
El italiano Moscato d’Asti, ligeramente espumoso, bajo en alcohol y con un perfil floral y dulce, es perfecto para sorbete de mango o mango fresco con lima.
Otra excelente opción es el Gewürztraminer, un vino blanco aromático de Alsacia (o del Nuevo Mundo) con notas florales y especiadas que maridan muy bien con el mango, especialmente en platos con pollo o mariscos.
Una experiencia sensorial
En muchos países se come el mango con las manos: se pela como un plátano y se muerde directamente la pulpa. Puede ser un poco desordenado, pero sin duda es una forma muy sensorial de disfrutarlo.
En Filipinas incluso se sumerge en salsa de pescado —una combinación inusual pero popular que demuestra cuán versátil es esta fruta en diferentes culturas.