El Prosecco tiene sus raíces en el norte de Italia, particularmente en las regiones de Veneto y Friuli-Venecia Julia. Los orígenes de este vino fresco y espumoso se remontan a la época romana, cuando una antigua variedad de la uva Glera se cultivaba cerca del pueblo de Prosecco, justo fuera de Trieste.
Los romanos apreciaban los vinos de esta área, y los agricultores locales desarrollaron gradualmente sus técnicas de cultivo y vinificación a lo largo de los siglos.
Durante el Renacimiento en el siglo XVI, el Prosecco ganó fama como un vino fino y estimado, especialmente en Venecia. Sin embargo, no fue hasta el siglo XX cuando el Prosecco comenzó a parecerse a la bebida que conocemos hoy. Tecnologías como el método Charmat, donde la segunda fermentación ocurre en grandes tanques en lugar de en botella (como en el método tradicional), permitieron la producción masiva de Prosecco mientras se conservaba su frescura y aromas. Esto hizo que el vino fuera más accesible al público y rápidamente popular, no solo en Italia, sino también a nivel internacional.
El Prosecco se clasifica en diferentes categorías según la calidad y los métodos de producción. Las dos categorías de mayor calidad son DOC y DOCG. El Prosecco DOC (Denominazione di Origine Controllata) es el más común y se produce en nueve provincias de Veneto y Friuli. El Prosecco DOCG (Denominazione di Origine Controllata e Garantita) representa la calidad más alta y proviene de dos áreas específicas: Conegliano Valdobbiadene y Asolo, donde las uvas crecen en colinas empinadas con un clima ideal, lo que le da a los vinos un carácter más complejo y elegante.
Dentro de estas categorías, existen diferentes estilos, dependiendo del nivel de carbonatación y dulzura. Spumante es el estilo más espumoso, seguido por Frizzante, que tiene una mousse más ligera. También existe el Tranquillo, un Prosecco tranquilo sin burbujas. En cuanto al dulzor, el Prosecco varía desde el seco Brut, que tiene menos de 12 gramos de azúcar por litro, hasta Extra Dry y Dry, que son opciones más dulces.
La historia única del Prosecco y su evolución de una tradición local a un vino apreciado internacionalmente lo han convertido en un símbolo de la elegancia y el disfrute italianos. Desde ocasiones festivas hasta momentos cotidianos, el Prosecco ofrece una frescura burbujeante que se ama en todo el mundo.