En un paisaje donde las montañas nevadas se encuentran con la suave brisa del Mediterráneo, prospera silenciosamente uno de los productores de vino más intrigantes de España: Bodegas Calvente.
Ubicada en el pueblo de Jete, en la provincia de Granada, lejos de regiones vinícolas más conocidas como Rioja o Ribera del Duero, Calvente elabora vinos tan dramáticos y expresivos como la tierra de la que provienen.
Un microclima que obra magia
Los viñedos de Bodegas Calvente se sitúan en las laderas de Sierra Nevada, alcanzando altitudes de hasta 1.200 metros sobre el nivel del mar. La combinación única de aire frío de montaña, sol intenso y suelos ricos en minerales crea un microclima ideal para que las uvas expresen tanto elegancia como profundidad.
Aquí prosperan variedades como Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Merlot y la autóctona Romé – pero son sobre todo sus vinos blancos, especialmente los elaborados con Moscatel de Alejandría, los que han captado la atención de los amantes del vino en todo el mundo. Su botella emblemática, Guindalera, es un Moscatel seco con fruta aromática, una acidez vibrante y un fondo mineral que recuerda a la brisa marina y a la roca volcánica.
De viticultor a pionero del vino
En el corazón de Bodegas Calvente está Gregorio Calvente, un enólogo autodidacta con profundas raíces andaluzas. Su filosofía es clara: dejar hablar a la naturaleza. Con una intervención mínima en la bodega, permite que el terroir se exprese plenamente. El resultado es una colección de vinos profundamente personales que cuentan una historia – no solo de una región, sino de una visión.
Gregorio comenzó su trayectoria en la elaboración de vinos en los años 90, mucho antes de que Granada apareciera en el mapa vinícola. Pero con perseverancia, curiosidad y atención al detalle, poco a poco ha logrado dar nombre a su familia y a sus vinos, exportándolos a exclusivos bares de vino en Estados Unidos, Alemania, Suecia y muchos más.
Un proyecto familiar
Aunque Gregorio suele ser el rostro visible de la bodega, Bodegas Calvente es, en realidad, un proyecto familiar. Su esposa y sus hijos están involucrados en el negocio de una u otra forma – ya sea trabajando en el viñedo, gestionando la logística de exportación, recibiendo visitas para catas o capturando la historia detrás de cada botella. Esta dedicación familiar y cercana añade una capa extra de autenticidad a cada copa de vino Calvente.
Tradición e innovación
Los vinos de Calvente logran un equilibrio entre tradición y modernidad. Los viñedos aún se cultivan en gran parte a mano, con muchas cepas que superan los 50 años. Al mismo tiempo, la bodega utiliza tecnología de última generación para controlar las temperaturas de fermentación y preservar el carácter natural de cada uva.
Una de las claves del éxito de la bodega es su producción a pequeña escala. No se trata de volumen, sino de calidad en cada detalle. Cada botella es una obra artesanal, un tributo a la tierra excepcional de la que proviene.
Un recuerdo vinícola digno de enmarcar
En Corkframes, visitar Bodegas Calvente no es solo una cata de vinos – es un momento para descubrir cómo la pasión y el lugar pueden crear recuerdos vinícolas inolvidables. Una degustación con la silueta de Sierra Nevada a lo lejos y la cálida luz dorada del atardecer andaluz es una escena que merece ser recordada. Es en momentos como esos cuando uno quiere guardar el corcho – como testimonio de un vino y un lugar que dejan huella en el alma.
Así que la próxima vez que sirvas una copa de Calvente, recuerda: detrás de cada sorbo hay una historia que vale la pena conservar – y enmarcar, en un Corkframe en tu pared.