Durante siglos, el queso de cabra ha fascinado a los amantes de la gastronomía de todo el mundo. Conocido por su frescura ácida, textura cremosa y elegancia natural, ocupa un lugar especial tanto en las tablas de quesos como en la alta cocina. Desde pequeñas casas de campo francesas hasta productores artesanales suecos, el queso de cabra cuenta una historia de tradición, calidad y pasión por el sabor.
Origen e historia
El queso de cabra se originó en la región mediterránea, donde las cabras prosperaban en terrenos accidentados no aptos para otros animales. La leche de cabra se convirtió en un recurso valioso, y la evidencia de la producción de queso de cabra se remonta al antiguo Egipto y Grecia. Hoy en día, Francia alberga algunas de las variedades más renombradas del mundo, como el Chèvre, el Crottin de Chavignol y el Valençay, mientras que los productores escandinavos también han comenzado a elaborar quesos premiados con su propio carácter local.
Cómo se elabora el queso de cabra
La producción comienza con leche fresca de cabra, que se calienta suavemente y se cuaja. En comparación con la leche de vaca, la leche de cabra contiene glóbulos de grasa más pequeños y un mayor nivel de ciertos ácidos grasos, lo que le da al queso su sabor distintivo y textura ligera. Una vez formados los cuajos, el queso se escurre y se madura durante diferentes períodos de tiempo según el estilo deseado.
Queso de cabra fresco – suave y cremoso, perfecto sobre pan tostado, en ensaladas o con remolacha asada.
Queso de cabra semicurado – más firme, con más sal y profundidad de sabor.
Queso de cabra curado – complejo, a nuez y a veces con un sabor similar al caramelo.
El maridaje perfecto
La acidez brillante y la salinidad del queso de cabra requieren bebidas que equilibren y realcen su sabor. Un Sauvignon Blanc del Valle del Loira francés es un maridaje clásico: fresco, mineral y afrutado. Otras excelentes opciones incluyen Chablis, Riesling o un espumoso Crémant de Loire.
Para los amantes del vino tinto, un Pinot Noir ligero o un Beaujolais combinan maravillosamente con el queso de cabra curado. Los entusiastas de la cerveza pueden disfrutar de una saison afrutada o una witbier belga, mientras que las opciones sin alcohol, como el mosto de manzana o las bebidas con infusión de jengibre, complementan perfectamente la acidez del queso.
Consejo: Sirva el queso a temperatura ambiente para liberar completamente su aroma. Combine con miel, higos, romero o nueces tostadas para una experiencia de sabor equilibrada y elegante.




























