Todos hemos pasado por eso: una (o tres) copas de vino tinto de más, y la mañana siguiente se siente más pesada de lo esperado. Pero, ¿es cierto que el vino tinto provoca una resaca más fuerte que el vino blanco? La respuesta es: sí, puede ser cierto. Todo se debe, en parte, a algo llamado congéneres.
¿Qué son los congéneres?
Los congéneres son subproductos naturales que se generan durante la fermentación del alcohol. Incluyen sustancias como metanol, acetaldehído y taninos, y afectan el sabor, el color y el aroma de la bebida. Las bebidas más oscuras, como el vino tinto, el whisky o el coñac, suelen contener muchos más congéneres que las opciones más claras como el vino blanco, el vodka o la ginebra.
Estudios han demostrado que las bebidas con mayor concentración de congéneres pueden provocar resacas más intensas. El cuerpo tiene que trabajar más para descomponer tanto el alcohol como los congéneres.
Pero no se trata solo del color del vino…
También influyen otros factores en cómo te sientes al día siguiente:
- Contenido de azúcar – los vinos dulces y los cócteles pueden deshidratar más rápido.
- Burbujas – el vino espumoso hace que el cuerpo absorba el alcohol más rápidamente.
- Cantidad y ritmo – cuanto más rápido bebes, más fuerte pega.
¿Qué es más suave para el cuerpo?
Si quieres reducir el riesgo de una resaca fuerte, lo mejor suele ser optar por vino blanco, champán seco o licores claros (con moderación), en lugar de vino tinto intenso o licores oscuros.
Pero lo más importante es: bebe despacio, alterna con agua y escucha a tu cuerpo.
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