El olivo es una de las plantas más icónicas del Mediterráneo, símbolo de vitalidad, paz y resistencia. Con un ciclo de vida que puede extenderse a lo largo de miles de años, no solo produce frutos, sino que también guarda una historia que une a generaciones.
De la semilla a la planta
Un olivo puede crecer a partir de una semilla, pero en la práctica casi siempre se propaga mediante esquejes o injertos. De esta manera se preservan las características de la variedad y el árbol comienza a dar frutos antes. Cuando se cultiva desde semilla, tarda más en producir aceitunas y la calidad de los frutos puede ser menos predecible.
¿Cuándo empieza a dar frutos el olivo?
Los olivos injertados o propagados por esquejes pueden comenzar a producir frutos tras 3–5 años. Los cultivados desde semilla suelen tardar entre 8 y 12 años. La producción plena se alcanza normalmente entre los 30 y 70 años de edad.
Los frutos maduran una vez al año, generalmente entre octubre y enero, según la variedad y las condiciones de cultivo. La cosecha no es solo un acontecimiento agrícola, sino también una tradición cultural en todo el Mediterráneo.
Longevidad – de siglos a milenios
Los olivos son árboles extraordinariamente longevos. Muchos alcanzan entre 500 y 1.000 años, y varios ejemplares famosos se cree que tienen entre 2.000 y 3.000 años. Una característica única es que, incluso si el tronco muere, el sistema radicular puede seguir produciendo nuevos brotes, lo que convierte al árbol en casi inmortal. Algunos de los olivos más antiguos del mundo se encuentran en Creta, Israel y Cerdeña.
La diversidad del olivo
Existen más de 1.000 variedades de olivo registradas en todo el mundo, y algunas estimaciones hablan de más de 1.200. Muchas son locales y están adaptadas a un clima específico.
Algunas se cultivan principalmente para la producción de aceite de oliva, mientras que otras se destinan a aceitunas de mesa – aceitunas que se consumen tras ser curadas o marinadas. Ciertas variedades se utilizan para ambos fines.
Ejemplos de variedades conocidas
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Arbequina (España): pequeña y suave, ideal para aceite aromático.
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Koroneiki (Grecia): rica en polifenoles, produce un aceite potente y duradero.
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Frantoio (Italia): variedad toscana clásica con sabor afrutado y equilibrado.
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Kalamata (Grecia): grande, con forma de almendra y mundialmente famosa como aceituna de mesa.
Simbolismo y patrimonio
Durante miles de años, el olivo ha simbolizado la paz, la fuerza y la vida eterna. No es solo un cultivo, sino también un patrimonio cultural vinculado a la gastronomía, las tradiciones y la artesanía. Un olivo en el patio o el jardín se convierte a menudo en símbolo de continuidad y raíces que unen a las generaciones.
El ciclo de vida del olivo es una historia de paciencia y resistencia – desde la pequeña semilla en la tierra hasta los árboles milenarios que aún hoy siguen dando aceitunas y aceite al mundo.